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Un "Día de la Madre" no es suficiente

  • Foto del escritor: Gabriela Martínez Ulloa
    Gabriela Martínez Ulloa
  • 9 may 2023
  • 5 Min. de lectura

La celebración del Día de la Madre tiene una larga historia que se remonta a la antigua Grecia en donde dedicaban la llegada de la primavera a Rhea, la madre de los dioses. En Roma, la fiesta de Matronalia se celebraba en honor a Juno, la diosa de la maternidad. La idea de celebrar un día especial en honor a las madres comenzó a surgir en el siglo XVI en Inglaterra, donde se empezó a festejar el llamado “Domingo de la madre". En Estados Unidos la conmemoración fue impulsada por Anna Jarvis, quien comenzó a abogar por una celebración nacional en honor a las mamás después de la muerte de la suya en 1905.

Siendo los mexicanos una sociedad sostenida por el matriarcado, uno se imaginaría que desde tiempos inmemorables nos organizamos varios festejos para celebrarlas, pero fue hasta 1922 que un periodista del Excelsior escribió un artículo en el que sugería que se estableciera un día para celebrarlas. Ese mismo año el presidente Álvaro Obregón declaró el 10 de mayo como el “Día de la Madre” en México.

Haciendo caso a la historia oficial tendríamos que reconocer a los hombres postrevolucionarios como los grandes defensores de la dignidad de la mujer. Lo que la historia no nos cuenta al referirse a esta oficialización, es que esa decisión fue tomada por diferentes sectores conservadores en respuesta al primer Congreso Feminista celebrado en 1916. En dicho congreso el gobierno del estado de Yucatán respaldó a las mujeres en su búsqueda por obtener derechos sexuales, así como lograr aspirar a una maternidad libre y consiente.

A partir de la Revolución Mexicana, las mujeres han participado activamente en la lucha social por la igualdad. A la par, han estado exigiendo poder contar con salud reproductiva y gozar de la libre elección a la maternidad, además de requerir un apoyo económico de un estado que nunca ha querido reconocer el pago de tareas domésticas. Mientras la retórica se ha dedicado a recalcar la importancia de la dedicación de las mujeres al hogar, los mecanismos de apoyo reales que existen en el país son pocos.

La respuesta a estas demandas de diversos grupos conservadores ha sido promover campañas morales con el fin de frenar las propuestas de las mujeres tachadas de “inmorales” al abogar por el uso de anticonceptivos. Para este grupo de hombres en el poder el destino de toda mujer es ser madre, si no físicamente, en espíritu como las madres de los conventos, pues les es inconocible que la mujer no dedique su vida al servicio de los demás.

La Iglesia Católica y otros grupos conservadores se han opuesto históricamente a la promoción de los anticonceptivos mientras sostienen la idea de tener todos los hijos que Dios les mande a las mujeres que tradicionalmente han sido las responsables de sacar a las familias adelante, aun sin contar con el apoyo de la pareja. Según datos del INEGI en 2020, el 42% de los hogares con hijos menores de 18 años son sostenidos por mujeres.

El 10 de mayo de 1949, Miguel Alemán Valdez inauguró el Monumento a la Madre como un recordatorio a las mujeres mexicanas de su papel en la sociedad como madres y cada año, disfrazado de celebración, lo seguimos haciendo. Pero detrás de los discursos y las estatuas dónde ha estado el Estado para apoyar estas maternidades que tanto valor tienen en su demagogia. Para las mujeres mexicanas la maternidad ha estado inequívocamente asociada con un estado de sacrificio. La renuncia al individuo en favor de la comunidad es una realidad que sigue exigiendo que la mujer sublime todos sus deseos a través de la maternidad.

Es un hecho evidente que en México ser madre inmediatamente te sitúa en desventaja, por lo menos desde el punto laboral. La razón está directamente relacionada con la responsabilidad de crianza que es impuesta a las mujeres y dispensada para los hombres sin ninguna explicación. Esto presenta un reto para las madres al intentar igualar el rendimiento de tus compañeros de trabajo o estudio cuando cargas un niño en la espalda.


En México al día de hoy, el seguro médico es más caro para las mujeres por los gastos asociados a la reproducción. ¿Es que estamos teniendo a estos niños solas? ¿No venimos todos del mismo modo? Aun así, somos responsabilizadas económicamente por la gracia de poblar el mundo. Éste un ejemplo de cómo se penaliza a la mujer por ser considerada la única responsable en el proceso reproductivo.

¿A quién esperas ver en las citas con el pediatra? ¿Quién será el responsable por la mala salud de un niño? La sociedad mexicana no sólo espera que las mamás se ocupen en cuerpo y alma a sus hijos, sino se dedica a criticar todo el proceso. ¿Alguna vez han pensado que una vez que te entregan a tu hijo y las visitas dejan de acompañarte, cerramos las puertas de nuestras casas y criamos a nuestros hijos solas? Desde el desayuno hasta la cena todas las comidas son nuestra responsabilidad y ahí el primer reto: si los obligas a comer; estás torciendo su espíritu, pero si eres más relajada en los alimentos; una irresponsable. El sueño es otro paso importante, por lo que la mayoría de las mamás que conozco alguna vez mentimos sobre lo bien que dormían nuestros hijos para no ser tachadas de incompetentes.

Más adelante hay cosas que uno no puede disimular, como la dificultad de dejar el pañal o la insistencia de hacer berrinches en los lugares menos apropiados. A final de cuentas, todos dejan el biberón, aprenden a caminar y dejan de pasarse a la cama de sus padres, mientras tanto, todas nos sentimos agobiadas ante la enorme tarea. A cada paso del crecimiento de nuestros hijos, nos sentimos juzgadas y con el deber de dar explicaciones cada que tomamos una decisión. No se diga si algo se sale de la media, porque la comunidad entera se encargará de hacernos saber nuestro error.

Y apenas libramos los primeros años cuando llega la adolescencia. Entonces, no sólo se escala el nivel de dificultad de cada una de las decisiones; la psicología moderna nos ha dejado muy claro la terrible huella que una maternidad fallida deja en nosotros. La parte que no logro conciliar es por qué después de reconocer lo importante que la madre es para todos, abandonamos a la mujer a su suerte en vez de establecer programas de apoyo económico y social que cobijen esas maternidades para procurar mejores resultados.



Existen tantos hombres que se quejan continuamente de los traumas impuestos por su madre y al mismo tiempo los vemos abandonando a sus mujeres en las tareas paternas. ¿Cómo es posible que no haga ejercicio? o ¿por qué no saca dieces en la escuela?, se atreven a preguntar algunos. Yo a ellos les contesto: ¿dónde están ustedes? No los veo en las citas del pediatra si no es una emergencia. No los veo en las escuelas hablando con sus maestras, no los veo en las noches cambiando pañales, dando de comer o remunerando debidamente a sus mujeres por trabajar en la casa.

Es verdad que en mayo tenemos un día para ser felicitadas. Algunas podrán descansar de la cocina y dejarse consentir por los familiares, otras ni eso. Pero a la vuelta del día siguiente volvemos a la norma de invisibilizar la enorme tarea que se pide a las mujeres que deciden ser madres, mientras esperamos que milagrosamente críen seres sanos física y emocionalmente, buenos, inteligentes y responsables que hagan grandes aportes a la humanidad, cuya buena crianza pueda ser rastreada a la mítica figura de la Madre Mexicana.

Seamos más sinceras, hablemos del abuso que muchas veces acompaña la felicidad de tener un hijo. Hablemos de la necesidad de acompañamiento y apoyo que tienen las madres jóvenes y maduras. Sobre todo, hablemos de la necesidad de los padres por responsabilizarse de estas tareas y de la necesidad de medidas que los oficialicen. Apoyemos a las mamás todos los días, pues un día no es suficiente para nadie.

2 comentarios

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Invitado
10 may 2023

No puede retratar mejor la realidad de las madres en este país. ¡Excelente!

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Invitado
10 may 2023
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

Fantástico!!!!!

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©2022 por Gabriela Martínez Ulloa Torres

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